viernes, 16 de octubre de 2009

Tu sonrisa


Cada día me haces un regalo: tu sonrisa. Así, desinteresadamente. Porque sin tu sonrisa yo no soy nadie. Sin tus alegrías, yo no soy nadie. Haces que me sienta bien dentro de mi vida miserable. Porque después de verte sonreír, ya mi vida cambia totalmente.

Tu sonrisa es la que me hace despertar cada día. Porque si hay una razón que me ayuda a vivir es saber que en algún momento te encontraré y tú me reglarás tu sonrisa. Y me contagiarás de tu alegría, de tus ganas de vivir. Entonces harás que yo intente superarme, que intente hacer que tú seas feliz. Porque sé que sabes que me gusta verte, que me gusta oírte, que me gusta tocarte, y que me toques.

Pero todo esto no sirve de nada si no va acompañado de tu sonrisa. Así que... ¡sonríe! Pero sólo sonríe si te sientes bien, si estás bien. Porque una sonrisa falsa es mucho peor que una cara seria o triste. Una sonrisa cuando estás triste, se convierte en una expresión infeliz. Una sonrisa cuando piensas en alguna malicia, se convierte en más maldad todavía.

Hoy necesito verte sonreír, pero sólo si tú quieres sonreír. Sólo en ese momento justo. Si no, no me vale.