miércoles, 12 de marzo de 2014

Las caricias del alma




Hace un poco de viento, es sutil, pero es variable. Cambia constantemente de dirección y de intensidad. He pensado por un momento que era tu alma la que me acariciaba constantemente y me decía que estabas aquí, conmigo. Que te apetecía jugar y que notara tu presencia. Que me tocabas para animarme todo el día. Sí. Sé que eres tú, porque me he acordado de ti nada más sentirlo. 

Te has enredado en mi pelo y lo has movido como se te ha antojado. Porque hoy estás juguetón. Porque hoy estás bien. Y eso lo noto. Y como una caricia te has paseado por mi cuerpo. Por un momento has pensado en mi. Me has hecho sonreír. Porque te noto libre, haces y deshaces a tu antojo. No quiero equivocarme. Sé que eres feliz y has venido a contármelo aunque no puedas hablar. Tu alma me lo cuenta.

Cuando no estés bien me mandarás una nube gris, o un viento huracanado, o unas gotas de lluvia. Eso es así. Tú sabes cómo explicarme cómo te sientes. Tenemos esa conexión especial que hace que nos comuniquemos sin palabras, sólo con miradas. Pero cuando no hay miradas me mandas tu alma. 

Cielo, espero que sigas bien durante mucho tiempo, y que tu alma venga a contarme tus historias desde la distancia. 

martes, 4 de marzo de 2014

La telaraña




Caminábamos al azar, por lugares diferentes. Lejos el uno del otro. O estábamos cerca, pero sin mirarnos, sin hablarnos. Sabiéndonos sólo conocedores de las historias de nuestro entorno. Tus historias me venían de tan de lejos que ni siquiera las escuchaba. Sin ti no hay pasado, ni presente ni futuro. 


Aquella telaraña en la que quedamos atrapados fue la que hizo que nos conociéramos, cuando en otras circunstancias habría sido imposible, ya sea por timidez mía (en caso de que nos hayamos cruzado alguna vez) o por lejanía. Supe que eras un persona interesante, inteligente, cabal. Sí, esa persona eres tú. Y quizás te conté mis cosas y tú las tuyas. O puede que no. 

Tantos hilos se cruzaron que los usábamos para llegar el uno al otro. Nos ayudábamos para que no nos devorara la araña. Luchamos para seguir adelante y vencer los obstáculos. Y lo hicimos en algunos casos. Otros están pendientes. 


En ocasiones corríamos en círculos en direcciones opuestas dentro de la misma red, la recorrimos entera y por momentos nos reencontramos. Nos saludábamos y seguíamos corriendo. Pero cada vez nos enredábamos más y nos costaba movernos dentro, hasta el punto de detenernos y dejar de pelear. Momento que podría aprovechar la araña para atacar y devorarnos. 


Sin saber muy bien cómo, rompimos nuestra prisión y caímos libres al suelo. Corrimos despavoridos. No vi dónde fuiste. Ni tú hacia dónde corrí yo. Nos perdimos. Nos alejamos. Volvimos al punto inicial, donde caminábamos al azar, por lugares diferentes. Lejos el uno del otro.


¿Te acordarás de mi? ¿Te olvidaré? 


Dedicado a todas aquellas personas que en algún momento ha coincidido conmigo en una red social, foro, chat, etc y me ha regalado un pedacito de su vida.