jueves, 12 de junio de 2014

Cerrando twitter, abriendo el alma.



Me voy. Me alejo de twitter. Me voy para buscarme, para encontrarme. Para saber por qué tengo la mirada triste, el alma rota y el corazón destrozado. 



He reído. Con tus historias, tus anécdotas, tus chistes malos (a veces tan malos que no me atrevería a repetirlos). Y he reído hasta llorar. Y he sufrido.


He sufrido. Con tus problemas. Con los míos. Por no poder hacer nada y somatizarlos hasta el punto de no poderme quitar ese nudo en la garganta que cada vez se hacía más difícil de desatar. Y he llorado.


He llorado. Por ti. Por mi. Por todos. Por rabia, por celos, por mis manías, por las tuyas, por esa pérdida de libertad. Por la incomprensión. Por Amor. Sí. Porque me he enamorado. 

Me enamoré hasta las trancas. De ti, de tus manías, de tus risas, de tu voz, de tu mirada, de tus enfados, de tus frases para enamorar de tus confidencias, de saber escuchar mis problemas y ayudarme a resolverlos. Me enamoré de esa tranquilidad que me transmites cuando escucho tu voz, y la cara de tonta que se me pone. Y no, no me he desenamorado. Todavía te quiero.

Me voy porque ya no sé quién soy. No recuerdo cómo era antes (no antes de conocerte, sino antes de caer en esta espiral de negatividad en la que estoy inmersa). La vida pasa a mi lado y la veo como si fuera una película en la que no participo. Hablan de mi, me dicen cosas, respondo, pero yo no soy yo. He visto fotos mías de estos últimos días y no me reconozco. No soy esa persona que han fotografiado y dicen que soy yo. 

Me voy porque tengo ese nudo en la garganta que no me deja respirar. Porque tengo esos ojos tristes que sólo quieren llorar. Porque tengo un hijo con el que debería disfrutar los pequeños placeres de la vida y no es así. 

Me voy porque sí. Necesito perderme. Necesito encontrarme. Porque estoy hundida. No quiero hundirte conmigo. Ya no sé cómo hacer que no te hundas si yo me estoy ahogando. 

Pero me  voy de twitter temporalmente. Me he propuesto dejarlo durante dos semanas. Volver como pronto a finales de mes. No leeré notificaciones, ni DM ni los mensajes del TL que tanto me han llenado de risas y lágrimas. Necesito pensar en qué quiero en esta vida sin estar conectada 18 horas al día a esta red social.

Si necesitas hablar conmigo llámame. O mándame un mensaje. O un mail. Seguro que sabes cómo localizarme. 

Necesito llorar desconsoladamente hasta quedarme sin lágrimas. Necesito reír con mi hijo. También te necesito a ti, pero fuera de este mundo artificial. 

Echaré de menos los buenos días que buscaba cada mañana, las buenas noches que me dabas, las risas, los problemas, las tonterías. Pero sobretodo te echaré de menos a ti. 

Te echaré de menos porque no me vendrás a buscar. No me llamarás. No me mandarás ningún mensaje. Ni siquiera leerás mi llamada a gritos. Como últimamente. No. No es una represalia. Conozco tu situación, tu posición. Y la respeto, aunque me apriete el nudo que me ahoga. 

Y me duele esta decisión que he tomado, que no sé si será la correcta o no. La vida está llena de errores por cometer. 

Espero volver con la sonrisa en los ojos, como siempre la he tenido. Con las tonterías en mi cabeza, con las risas en mis labios, con el alma entera y el corazón enamorado. Y espero encontrarte cuando vuelva. 

Porque todavía te pienso. No lo olvides. 

Y ahora me voy llorando por mi decisión, que la voy a poner en práctica ahora mismo.