lunes, 21 de septiembre de 2015

Recuerdos: todos entran; todos salen.

Recuerdos... A veces me acuerdo de cosas que me hacen reír, de otras que me hacen llorar y otras que me llenan de rabia e impotencia. Pero las cosas que me hacían reír ya no me hacen reír tanto, simplemente me hacen sonreír. Las cosas que me llenaban de rabia me causan indiferencia y las cosas que me hacían llorar lo siguen haciendo.
Cosas, pero también personas. Porque las personas llegan, cumplen la misión que tenían contigo y se van. Y nunca más vuelves a verlas. A veces te llega algún tipo de información, pero ya no te importan como antes. Ya hemos cambiado de camino. Ya no es lo mismo. Y te preguntas por qué no podría ser igual que antes, pero la respuesta duele: no caben; no cabes. La gente tiene que salir para que hacer hueco a las personas nuevas que entran. ¿Por qué tengo que salir de tu vida? ¿Por qué tienes que salir de la mía? Y vamos andando y cada vez estamos más lejos. Y cada vez en los cruces de caminos conocemos a aquellos que nos harán olvidarnos.
Pero queda una ilusión, que en los conocidos encontremos parecidos con nuestras miradas, con nuestras risas, con nuestras lágrimas. Y es eso lo que seguimos buscando día tras día. ¿Y si algún día nos damos cuenta de que estamos en el sitio adecuado, con la gente que nos gusta? Durará unos meses, y todo volverá a cambiar. No nos podemos acomodar, la maleta casi sin deshacer y volveremos a hacer el camino de nuevo. Quien sabe si recorreremos los viejos senderos y nos volveremos a encontrar. Espero que no nos giremos la cara, y que lo bueno que tuvimos sea un bonito recuerdo, y lo malo sea simplemente una anécdota.
Todos entran. Todos salen. Lo que no sabemos es el momento. Pero nos gusta que la situación sea natural, que no nos echen ni entren forzados. Así no nos desgarrarán el alma para siempre.
Todos entran. Todos salen.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Barco de papel


Viajabas en un barco de papel intentando buscar un mundo lejos del odio, de las muertes, del ruido ensordecedor de las armas, y del miedo que debiste pasar. Porque seguro que pasaste mucho miedo y lloraste mucho, Aylan. 

Estoy convencida de que tus padres intentaban transmitirte normalidad, jugaban contigo, y te daban el cariño que necesitabas. Pero seguro que dentro de sus ojos podías ver el miedo. Tu barrio estaba en ruinas. No podías jugar tranquilamente con niños de tu edad, ni con tu hermano, pero eso es algo a lo que tristemente ya estarías acostumbrado.

De alguna manera tus padres decidieron que no podíais estar más tiempo así. Ellos tendrían mucho miedo y decidieron escapar como tantas otras familias para darte una vida mejor. Y se arriesgaron. Por un mal juego del destino la decisión que tomaron fue la incorrecta, la que os llevó a tu madre y a tu hermano a ahogarse contigo. Me imagino el miedo que pasarían tus padres cuando se dieron cuenta de lo que pasaba, que no podían hacer nada por ti ni por tu hermano. Entendieron que la vida se os escapaba, y que de noche no os verían. Y tú, pidiéndoles ayuda, intentando aferrarte a la vida por el instinto que tenemos de supervivencia. ¿Qué sentirías cuando tus padres no podían ayudarte? Me imagino el miedo que pasarías. El miedo y el frío. Y el miedo de ellos al intentar buscaros y no encontraros. 

Tu padre sobrevivió. Nunca olvidará esa trágica noche en la que perdió a su mujer (tu madre) y a sus hijos. 

Te has convertido en un símbolo. Posiblemente ya seas el "hasta aquí hemos llegado" de mucha gente. Espero que tu muerte traiga la paz tan anhelada por los tuyos y acabe con la barbarie de tu pueblo. 

Aylan... ver tu foto en la playa me estremeció, me partió el corazón, me hizo llorar mucho, y todavía lo hace. Porque podías ser mi hijo. Me pongo en tu situación, en la de tus padres y lo paso mal. 

Espero que tu muerte no haya sido en vano, cielito. Súbete a ese barco de papel con tu madre y tu hermano, y viaja por las estrellas. Y mándanos esperanza, la esperanza de un mundo mejor. 







miércoles, 2 de septiembre de 2015

Tenía que escribir

Tenía que escribir, pero a medida que se acercaba el momento de hacerlo se me borraban las palabras. 

Tenía que escribir para no romper a llorar. Y lo conseguí.

Tenía que escribir para decirte que te quiero, que tengo las cosas más claras que nunca. 

Tenía que escribir para desengañarme. Para confirmar que soy prescindible en tu vida. Para reafirmar que aunque para mí eres tú, para ti no soy yo.

Tenía que escribir para darme cuenta de que cada vez pienso más en ti. 

Tenía que escribir para dejar de imaginarme historias que no ocurrirán. 

Tenía que escribir para olvidarte. 

Tenía que escribir para saber que las heridas que me causaste no han cicatrizado. 

Tenía que escribir... pero no pude hacerlo.