domingo, 8 de febrero de 2015

¿Y ahora qué?

Seguramente me entristecerá escribir estas palabras. Posiblemente suelte alguna lágrima que otra. O que las retenga por no tener que dar explicaciones. Espero poder acabarla en un rato.

Aquellas palabras me dolieron. Me las dijiste varias veces, y casualmente coincidía con la aparición de una mujer en tu vida. Cada vez me sentó peor. Me hiciste sentir mal porque no podía expresarme. Ni reírme con tus bromas, nada. No veas, no oigas, no digas...

La primera vez me dolió y me replanteé la amistad que en ese momento estaba en sus fases iniciales. Varios meses después me lo volviste a decir. Y guardé las distancias. La última vez fue la semana pasada. Y te dije que me apartaras de tu vida. Y lo hiciste. Nuestra relación ahora es cordial, un saludo de vez en cuando. ¿Y ahora qué? ¿Dejaremos de hablarnos? ¿Restablecerás la relación como si nada hubiera pasado? Es lo que sueles hacer. 

Me dueles. Me duele perderte. Pero más me duele recordar las palabras que me hieren. Las que nunca olvidaré. Posiblemente esto acabe con nuestra amistad (esa tan grande que muchos nos creían pareja). Porque ya nada será como antes. Me hundes cada vez que me apartas de ti. 

Las palabras se referían a mis comentarios: "me siento incómodo. Así no." ¿Cómo me sentí yo? Como la amiga pesada del grupo, la que todos rechazan. Y te invité a que me prohibieses leerte, como una manera de evitar mi presencia. Y lo hiciste. Ya no sé nada de tu vida. Todavía en fase de duelo, me duele haberte perdido. Y sé que es así porque en los otros canales de comunicación no nos hablamos. Un par de respuestas a una pregunta que te hice. Respuestas cordiales. Nada más. 

¿Y ahora qué? Eliminando este apoyo que tuve durante meses mi vida se torna inestable, esperando que refuerce los cimientos para que no se desmorone.

"No comentes nada. No sólo por los demás, yo también me siento incómodo."