sábado, 19 de septiembre de 2009

Hipótesis del segundo hijo: la torpeza (II)

Voy a explicarte una anécdota que me ocurrió a finales del mes de abril. Es una historia real, y fácilmente demostrable. Es una prueba más de mi torpeza, y demuestra una vez más mi teoría de la torpeza.

En el mes de abril, me apunté a hacer un curso relacionado con m profesión. Se hacía un domingo. Fui acompañada de mis amigas. Era una forma de vernos. Este día sabía que conocería a un amigo con el que chateaba de vez en cuando. Por fín nos conoceríamos después de tanto tiempo conversando. No sólo le conocí a él, sino que conocí a otro compañero.

Hacia la mitad del curso, había un descanso para almorzar. Había termos con café, con leche, pastas... Me puse al lado de una chica para prepararne el café. Ella se lo sirvió antes que yo. Mientras esperaba, se colocó a mi derecha el chico que acababa de conocer (bueno, esto es un decir, porque habíamos hablado mucho tiempo en el chat).

Llegó mi turno para preparame el café. Cogí un plato, una taza (más bien eran tazones de 200 ml o así). Entonces, cogí el termo que contenía el café con mi mano derecha (soy diestra). Empiezo a volcarlo para servirme el café. Y no salía el café. Pues lo vuelco un poquito más. Supuse que el café se habría acabado, pero por otro lado, también sabía que nosotros éramos los primeros en servirnos café, por lo que también me extrañaba que la cafetera estuviera vacía. Sigo volvando el termo un poquito más y... ¡chof! de repente se abre la tapa del termo. De golpe, se llena el tazón de café. A continuación el plato, y seguidamente, toda la parte que rodeaba la taza.

En ese momento pasó por mi cabeza una expresión parecida a ¡Madre mía, la que he liado! ¡Tengo a  tal aquí al lado! ¡Ya verás mañana en el chat! ¡Que vergüenza que pasé!

Me dice mi nuevo amigo... "y ahora si le quieres poner leche no te va a caber nada". Era cierto. Aquello era una piscina todo lleno de café.

Cogí una nueva taza y un nuevo plato. Traspasé café de la primera taza a la nueva y acabé de prepararme el café con leche inicial. Y mientras pensaba, qué torpe que soy, le acabo de demostrar mi torpeza a una persona que acabo de conocer.

Al día siguente, conté la aventura al resto de mis compañeros del chat. Menudas risas que nos echamos. Este chico comentó entre bromas que yo le quería tirar el café encima.

Dos semanas después hice un curso en Braga (Portugal) y allí conocería a más amigos chatines. Había algún comentario que decía "cuidado con los 'cafeses'", en previsión de lo que podía pasar. Uno de los chatines con los que fui se ofreció a prepararme el café por las mañanas para evitar que se repitiera el incidente.

Una historia más para sumar.

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