lunes, 9 de noviembre de 2015

Afantasia

Sabía que yo tenía afantasía, pero no sabia el nombre. Mi cabeza está llena de historias, de sensaciones, de memoria... Pero no de imágenes. Eso no quiere decir que no sepan lo que son las cosas, ni las recuerde, pero no puedo hacerme con la imagen mental de ellas.
 
Una de las veces en la que fui consciente fue viendo alguna serie de médicos o algo así, donde operaban a alguien de la cabeza y le decían que pensara en una silla. Yo me puse a imaginarla también, pero sólo pensaba en que tenía 4 patas y un respaldo; que podía ser como una silla infantil del ikea, pero era incapaz de visualizar esa silla. Todo negro. 

¿Qué problemas podría tener con la afantasía? A priori ninguno. Gozo de muy buena memoria. Me acuerdo de conversaciones con amigos como si hubiera sido hace poco. Pero me acuerdo sobretodo por las sensaciones que me produjeron en ese momento. Siempre digo que es imposible olvidar a alguien si te ha producido algún sentimiento (bueno o malo). 

Pero sí. Hay cosas malas. Cuando quiero acordarme de las personas que he querido, no recuerdo su cara. No recuerdo a mis amores platónicos, ni a mis amigos, ni a mi familia. Sólo aparecen hechos, risas, discusiones, sensaciones de amor, enfado, anécdotas. Por ejemplo, me acuerdo de un abrazo de oso que me hizo un amigo y que continúo notando cuando pienso en ese abrazo. Me acuerdo de su cuerpo, más grande que el mío, y el color de su ropa, la sensación que me producía su mirada. Pero su cara es imposible dibujarla en mi mente. Debo ver una foto (que por supuesto reconozco, no dije que me fallara la memoria). 

No debería ser malo, al menos en principio, pero lo es. Porque también me pasa con mi hijo. A veces me he despistado y lo he perdido en el parque por unos minutos que se me han hecho eternos. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te apetece comentar algo, adelante. Eres libre.